Lo primero, y en honor a la verdad, debemos poner a la literatura patagónica en su lugar, la fantasía.
Cuando leáis que en el mismo día de verano se dan las cuatro estaciones, no tiene porque. Puede que al despertar llueva con frío, durante el día continúe igual y ya por la noche siga lloviendo, y así sucesivamente durante varios días.
Cuando leáis que la Carretera Austral apenas tiene desnivel, poned catalina pequeña y piñón grande porque cada 100km ascendereis bastante màs de 1000 metros, lo que no es precisamente pura pampa.
Aclarado esto, os cuento que aquel día despertábamos en Quellon (Chiloè) con 6 grados a las 6 para agarrar un ferry de varias horas a Chaiten. Un bonito pueblo que a primera vista parece fantasma por la última erupción del volcán de su mismo nombre en 2008, pero los más valientes ya van volviendo y dándole vida.
De aquí arrancamos las máquinas hasta Puerto Cárdenas donde nos esperaba la antigua y abandonada casa de carabineros ( maderos chilenos) para dormir cobijados de la lluvia.
No somos los únicos bikers por la zona, pero eso sì, algunos juegan en la liga full equipe y nosotros en la empty equipe.
De ahí en adelante nos tocaban unos días y cientos de km de ripio ( pistaka ), en obras, pasando por algún pequeño y cuidado pueblo en el que parece difícil que nadie se atreva a vivir en invierno, pero unos pocos se atreven!!!!
Así Sta Lucia, La Vanguardia, La Junta..... Y con la gran fortuna de toparnos alguna caseta abandonada con su maltrecha estufa de leña al final de cada etapa.
Rompiendo tornillo de parrilla por el ripio cambiamos a la XI Región de Aysen y llegamos a Puyuhapi flipando con que huele a mar y lo es, a pesar de estar en lo que en el mapa parece muy interior. Y es que Chile por acá esta muy roto y el Océano Pacífico se cuela hasta sus entrañas.
El paisaje es espectacular, se trata del Fiordo de Queulet, vemos delfines, alguna nutria en los incontables torrentes de agua dulce que le llegan y basta darse la vuelta un momento para ver algún gran glaciar entre grandes montañas que cuelga hasta casi cota 0.
Sigue lloviendo, y seguimos encontrando caseta donde montar la tienda.
Esa lluvia retrasa nuestra siguiente salida, pero al final no queda otra y le damos hasta Villa Amengual con su correspondiente caseta y portezuelo de montaña en medio. Es el bonito Valle Perdido del Río Cisnes.
Y será aki donde la llanta trasera de Oihan, curtida en grandes cicladas como la transpirenaica o el altiplano peruano diga "ya no puedo más", con un poco de esparadrapo y muchas ganas la hacemos durar hasta Mañihuales. Pueblo alegre pero sin taller de bicis, así que agarramos mini bus hasta Puerto Aysen donde ya es el descojono.
El señor Ríos, tipo milenario, se ofende cuando ponemos en duda la compatibilidad de nuestros piñones con su llanta reluciente..." te lo dice un profesional", de manera que nos envia a confirmar su inutilidad donde el otro profesional, Nelson Ojeda a quien conseguimos explicar la infinidad de modelos diferentes que hay en el planeta, 2, rosca( el suyo) y cassete( el nuestro), y ni corto ni perezoso se tira a la piscina con doble tirabuzón y sin agua y en plan favor trata de encajarnos una llanta con más km que el Apolo XIII con sus nefastos piñones.
Lo vemos muy claro y agarramos un barato y corto bus a Coyhaique, capital del entorno, desde donde escribo esto en el hospedaje Mundaka de la amable Verónica, cercano a un taller en que por lo menos nada más entrar ha dicho, "mmmm, piñones de cassette, tengo llanta",,,,,,,,,,
Tiene buena pinta y mañana se vera.....
Ahhh hoy apenas ha llovido y he vuelto a ver que llevo debajo del gore....yiiiiiiiijjjjjjjjaaaaaaaa